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viernes, 26 de agosto de 2016

- DECIDIR VIVIR PLENAMENTE -


Ahí fuera, a lo lejos, se oyen gritos de furor futbolístico, gente reunida celebrando el ascenso de su equipo. Me parece algo tan lejano... En una larga época de mi vida yo estuve ahí. En ese juego, en ese letargo de la esencia. Ahora, aquí, en mi rincón creativo, titilea la luz de una vela, huele a incienso, suena un suave Kothbiro que tanto me inspira, y mi paladar tiene un tímido sabor a rooïbos... y todo el alboroto externo no penetra ni un ápice en mi mundo. Ya no forma parte de mí. Poco a poco se ha ido alejando, yo me he ido alejando...
Y cada día que pasa estoy más feliz de ello. Decidir vivir plenamente, al principio sin saber en el viaje en el que me embarcaba, ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida.


¿EN QUÉ MOMENTO...?



Llevo días intentando recordar en qué momento empezó la transición, y más o menos, lo intuyo. Pero realmente, es algo que siempre ha estado ahí latente. Algo que me decía que había algo más. Magia. (Así lo llamo yo, cada uno lo percibe a su manera...)
Siempre he creído en la magia, y por fín la he descubierto. Y es mucho más de lo que esperaba. Cada día me asombra un poquito más.

Cierto es que hubo un momento especialmente clave en todo esto: tocar fondo.
Sí, ese momento en que nada tiene valor ni sentido. En el que te preguntas cómo has llegado a ese punto, en el que todo es negro, y la vida pierde su valor. Cansancio extremo de vivir.
Así es, ya no tienes fuerza y ya no quieres vivir. Ése fue mi particular punto de partida. En esa rendición absoluta, había un elemento que me ligaba a la vida y no me permitía tirar la toalla del todo: tenía una HIJA. Siempre hay algo.

Seguro que hay muchísimas otras, casi una por persona; ésa fué la mía.

Y ENTONCES DECIDES INTENTARLO UN POQUITO...


Sí, hay una personita de apenas dos añitos que has decidido traer a este mundo conscientemente, ahora no puedes rendirte. Quizá un último intento... A veces sí, a veces para qué... 

Recuerdo especialmente un día, un episodio, que se me quedó marcado. Algo simple, muy simple. Pero que se quedó grabado a fuego. Que fue determinante. Era un día caluroso, agobiante. Salí a pasear a la perra como válvula de escape de una situación insostenible. Absurdamente insostenible.  Carente de todo sentido. Ya nada tenía sentido

Caminé sin ganas, de forma autómata, por el recorrido perruno diario. Me desplomé en el banco de la plaza. Desierta. Sin fuerzas. Sin una pizca de fuerza. Totalmente rendida. Exausta. Ko técnico. Miré a mi alrededor sin ver nada. Y entonces empecé a llorar. Un llanto sin sentido, sin sentimiento. De derrota absoluta. De rendición. Mi mente estaba colapsada. No podía pensar. Nada. Estuve así largo rato...
Y de repente un pensamiento punzante atravesó apuñaló mi mente. "¿Cómo he llegado a este punto?"... " Estoy derrotada, cansada de vivir, no puedo más, he llegado al límite de mis fuerzas, no quiero vivir más, no vale la pena." Demolición absoluta. Desee morirme en ese mismo instante. Fulminda. El dolor era insoportable. 

Entonces empecé a retroceder, a repasar mi vida marcha atrás... No entendía nada. Y luego, sin querer, empecé a imaginarme la vida que en ese momento me hubiese gustado tener. Si pudiera, ahora mismo, mi vida sería así... Algo así como una utopía vital. Curiosamente, eso me dió calor. 

Supongo que me aferré a ese ínfimo calor vital, y sin querer salió de mi boca en voz alta algo así como: "no te rindas, eso es lo que vamos a conseguir. Juro que no voy a estar así nunca más." Recuerdo ese juramento que me hice como la promesa más fuerte que he hecho en mi vida, la fuerza que tuvo esa frase me atravesó el alma, y no creo que la olvide jamás. (Suena a remake de "Lo que el viento se llevó", lo sé, lo sé...qué le vamos a hacer...)

¿Y AHORA QUÉ?


Sabía que ese cambio en mi vida necesitaba de algo, que intuía que existía pero no tenía ni idea de qué era ni dónde encontrarlo. Sólo sabía que lo que había hecho hasta aquel momento no me funcionaba, no tenía ni una pizca de armonía. Curiosamente en esa época, la palabra armonía me obsesionaba, la idea me bailaba en la mente constantemente... La intuición estaba, en realidad, haciendo ya su labor...

Ya había abierto una vía importante cuando estudiaba Ayurveda y se hablaba de energías de manera totalmente natural, como algo integrado y normal en la vida. Para mí fue una gran revolución y alegría ¡por fín! había encontrado un camino que me gustaba y sobretodo que resonaba totalmente con lo que yo sentía desde siempre.

Poco después cayó en mis manos un libro, el primero de muchos, que empezó a poner palabras a lo que buscaba...

Lo más importante no es el medio, ni las ideas, lo primordial es querer. La inquietud, la sensación de ese algo que falta... La búsqueda es el camino, el aprendizaje, la meta... Y mantenerse abierto a lo que la vida nos pone delante, a los pequeños detalles, porque pueden provocar cambios gigantescos.

Muchos lo llaman despertar, otros tomar conciencia, hacerse consciente, búsqueda espiritual,... Da igual, todo vale, sólo abre la puerta, abre la mente, abre tu vida a mirar más allá, a reaprender, a salir del embotamiento programado... No tomes nada como cierto, son sólo herramientas, lee, escucha, piensa, escribe, medita... y duda, de todo, de todos, de ti, de la vida, de las estructuras, de lo verdadero,...  No es cuestión de salir de una "religión" para meterse en otra, va mucho más allá que todo eso... Sino es el mismo perro con diferente collar...

No hay un manual, no hay unas instrucciones, no hay un camino, un programa... No lo puedes hacer con nadie más, sí es cierto que puedes compartir ciertas ideas con ciertas personas (te sorprenderá cómo de repente va apareciendo gente que está en la misma vibración y frecuencia que tú), compartir, aprender, escuchar... Sólo empieza a escuchar a tu intuición... dale silencio y espacio para que pueda hablarte... 

Empezamos el viaje ;)

Mamá.

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