El ritual de la comida es muy importante. Hay muchas maneras de comer. Cómo comemos nos define, refleja cómo somos, dice muchísimo de nosotros. Se habla mucho de qué comer, a qué hora, masticar cien veces, pero nos olvidamos de la esencia. Hay que cultivar una cierta liturgia. Y es bueno, además, una vez a la semana, por ejemplo el domingo a mediodía, hacer una comida que sea especial, la más importante, podemos aprovechar para reunirnos con los abuelos o similar.
En nuestra sociedad no se le otorga la solemnidad que se merece o debiera.
Cada vez más, oigo hablar de niños que no comen bien, que no quieren comer, solo les gustan cuatro cosas, remolonean, etc....
En Ayurveda, el momento de las comidas es casi sagrado. Se preparan los platos con mucha dedicación, sumo cuidado y equilibrio. La presentación es muy importante. Comen todos juntos. Antes de empezar dan gracias a Ganesha por los alimentos.
Comen de manera tranquila, sin televisión, sin discusiones, prácticamente en silencio, concentrándose en el acto de comer, masticar, todo de manera muy consciente.
Igualito que aquí...... ¿verdad?
En mi opinión, por mi experiencia y observación, creo que se debería cuidar mucho más el ritual. Aplicar esas simples directrices, comer con calma y tranquilos, en armonía, una comida elaborada con mucho cariño, toda la familia junta, sin gritos ni peleas, sin hablar de temas candentes, etc., es bastante sencillo y se obtienen, a cambio, muchos beneficios.
En cuanto a los niños, creo que es importante empezar desde el momento del embarazo. Si cuando la futura madre come se siente tranquila, a gusto, relajada y feliz lo transmitirá al bebé.
Una vez nacido, el momento de la comida debería ser un instante de intimidad y felicidad. El ánimo de la madre debería ser tranquilo y positivo, hablándole bajito y cariñosamente a su retoño. Sin tele, sin música, con una luz tenue, sin idas y venidas de familiares y amigos, etc.
Obviamente defiendo, como yo misma he hecho, poder dar el pecho en cualquier lugar público, pero es mejor buscar un rincón tranquilo, resguardado, no tanto de miradas, sino de movimientos y ajetreos. Y con el biberón lo mismo.
Tengo que hacer un apunte-reivindicación sobre el biberón (o reviento). He observado que cuando los bebés crecen un poquito (o no) hay gente que les da de comer en la cuna, carrito, o donde estén, sin cogerlos en brazos... Estoy totalmente en desacuerdo con esa práctica(y me molesta sobremanera verlo, la verdad). Los bebés se deben sentir protegidos, y ese momento de contacto les aporta y beneficia muchísimo.
Instintivamente, en los animales el momento de la comida es un espacio de tiempo en el que son mucho más vulnerables, y las crías siempre comen muy muy cerca de su madre, cuando maman también, claro. En ese momento saben que deben proteger a sus crías. Y ellas necesitan sentirse protegidas.
Así que creo que cuando un bebé come se le debería dar la importancia que merece.
Esto, y el post entero de hecho, viene a raíz de que el otro día estaba en el hall de un hospital y en el sofá de al lado había una chica (treinta y tantos) con su bebé, que no tendría más de cuatro meses (como mucho) en el cochecito. Se puso a darle el biberón a su hijo sin cogerlo, pero no solo eso, tal como le puso el bibe en la boca cogió su móvil con la otra mano y se puso a mirar el Facebook, y la cara de aburrimiento era un cuadro.... Claro está, el bebé se atragantó no se cuantas veces, tragó aire, regurgitó,... Llegó el padre de la criatura y ella dejó de mirar el móvil... para hablar con él, sentado en el lado opuesto al bebé....Un poema. Esta chica, dentro de un tiempo, me apostaría lo que fuera, tendrá un niño que hace el tonto con la comida y ella, indignada, se quejará de que el niño no le come (mientras juega al candy crush).... Habráse visto, el muy desconsiderado........
Las cosas bien hechas, las que funcionan , requieren un trabajo y una dedicación.
Para que los niños coman bien, creo que es necesario dar ejemplo y crear un ambiente-momento adecuado. Darle importancia. Que sea bonito, agradable, relajado, entrañable, especial, familiar. Y hacerles también partícipes. Nuestros hijos son el reflejo de lo que somos nosotros. Y son grandes imitadores, muy sensibles a detalles de los que ni nosotros mismos somos conscientes.
Mi peque (3 años) y yo comemos (desayuno, comida, merienda y cena) siempre juntas, ella me hace compañía mientras cocino, se trae algún juguete, lápices y papel, o lo que sea, a la cocina y está conmigo, me pregunta qué vamos a comer, me ayuda, jugando, a prepararla, a poner la mesa, me dice en qué plato (vaso, cubiertos, servilleta, mantelito, silla, taburete,... todo) le apetece comer... PARTICIPA ACTIVAMENTE, se implica y le encanta. Aunque seamos sólo dos tenemos nuestro ritual familiar, comemos siempre juntas, charlamos, nos reímos, ponemos la mesa bien puesta con todo lo que corresponde, recogemos juntas, etc. Hacemos de esos momentos de los más especiales del día. Y os puedo asegurar que come de todo. Y todo el plato. Y además le encanta. Lo disfruta. Desde que nació le he atribuido a eso una gran importancia, y ha dado sus frutos.
De los mejores recuerdos y más entrañables que conservo de mi niñez y adolescencia, y mis hermanos y mis padres también, son las cenas en casa todos juntos. Eran una locura, pero era el mejor momento del día. Y son recuerdos increíbles, incluso durante una época (muy larga) jugábamos al trivial, sin tablero, sólo haciéndonos preguntas, era muy muy divertido. Todas mis amigas me lo recuerdan aún hoy. Las cenas en mi casa eran memorables, sí caóticas o subidas de tono a veces, pero especiales. Era el momento, la reunión familiar del día en que lo compartíamos todo. Quiero decir con esto que podemos establecer algo muy bueno para nuestros hijos, no sólo para que coman a gusto, aprendan a comer, sino que lo disfruten.
¿Qué opináis?
Que aproveche.
Mamá A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario