Para empezar hay algo que me parece importante recalcar y es que la esencia de una vida ayurvédica es considerar todos los aspectos de nuestro ser: el cuerpo, la mente, las emociones, las relaciones y el entorno. El equilibrio es la clave.
Y ahora, ¿por dónde empezamos?
Creo que una vez tomas la decisión puedes comenzar por un punto, un aspecto, un detalle, pero la acción debe ser generalizada. No hay que descuidar nada. Hay que adecuar la mentalidad. La meta es mirarnos y concentrarnos en nosotros mismos y crear algo especial, mágico y sobretodo satisfactorio, sentirnos plenos y felices. En realidad no es más que el camino a la felicidad.
Metas:
Aprender a alimentarnos según nuestra constitución, época del año, etc, para estar sanos.
Aprender a ser positivos, a tener una mente sana, a controlar y descansar nuestra mente, observar y comprender su poder, que esté en paz, en equilibrio.
Aprender a meditar.
Aprender a cuidar y mimar nuestro cuerpo exteriormente, ejercitarlo, comprenderlo.
Aprender a sanar y gestionar nuestras emociones, a transformar la negatividad y los sentimientos dañinos.
Aprender a crear un entorno, empezando por nuestra casa, acorde, agradable, en armonía, que nos ayude y nos aporte bienestar. Música, aromas, colores, texturas.
Aprender a analizar y curar las relaciones. Que sean buenas y a no admitir las tóxicas.
Utilizaremos el ayurveda, el yoga, la meditación, el feng shui, el pensamiento positivo, etc.
Los pilares básicos de la felicidad son la armonía, el equilibrio y la fuerza interior.
No es que haya que volverse loco y hacer una revolución relámpago en nuestra vida, se trata más bien de querer ser uno mismo, encontrar nuestro propio equilibrio, escucharnos y averiguar lo que nos aporta bienestar, pacientemente, poco a poco y sobretodo disfrutando y saboreando el proceso. Emprender un viaje con consciencia.
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